jueves, 14 de octubre de 2010

A MI PEQUEÑA TIERRA.

La niebla desgastó el tiempo dormido en los cajones;
en frases verdes escondí palabras negras,
y soñé con labios usados por poetas olvidados.
Dirigí mi mirada hacia lugares lejanos,
hacia donde mi vista no alcanzaba
y recordé de golpe mi miopía crónica,
mi apatía eterna.
Regresar hacia el rincón efímero,
donde las voces se alzan con rebeldía implacable,
donde descansa tranquila mi alma de niña,
donde los sueños se visten de blanco
y las canciones saben a tabaco y a ron.
Me envolvió tu magia
y me enamoré de la sonrisa de tus calles,
del vaivén de tu gente,
y de tu olor de madre.
Me iré lejos de tus faldas
con el peso eterno de tu sombra,
y la certeza de un regresar
que resonará en el viento,
haciéndome saber
que es allí donde está mi felicidad.

A CANARIAS.

Suspiro de poeta.
Pequeña tierra de sueños eternos,
forjados entre negro y verde.
Encerrada en el mar del cariño de tu gente.
Belleza soberbia y altiva,
golpeada por el viento y las olas.
Sujetada por el orgullo de ser tuyos.
Siete puertas que siempre esperan abiertas,
siete orillas que gritan que “vuelva”,
siete pequeñas maravillas que roban mis letras.
Nos debemos a tu sol y a tu alisio,
a tus isas y sones,
a tus verbenas y rones,
a tu acento y convicciones.
Volcanes que desafían al cielo,
playas que se antojan infinitas,
verde que susurra con voz de agua…
Pequeñas en el mapa,
grandes en el recuerdo…

viernes, 8 de octubre de 2010

ME QUEMO

Desconcertante. Aquel olor penetrante acompañaba hasta los sueños no soñados. Desde el primer día de mudanza, Javier intentó desprenderse del sutil aroma a humo que invadía toda la casa. ¿Pero cómo? Nunca hubo un incendio, jamás se quemó, tan siquiera, una sola de las habitaciones de aquellos inmensos dos pisos.
El aquiler era barato hasta para él; un solterón bohemio, enamorado de su piano. De concierto en concierto, se afincó en La Palma en busca de tranquilidad… Pero había algo en el aire… y aquel olor… sus sueños empezaron a volverse desapacibles, sus ojeras cada vez más violetas. Decía perseguir unos pasos por su casa que siempre le llevaban a la cocina. Su obsesión creció hasta tal punto que intentó investigar por su cuenta. Nada halló.
Adoraba las tormentas, le recordaban a su infancia; era cuando mejor descansaba. Aquella noche el cielo se cebó con la pequeña isla y Javier se dispuso a pasar una velada perfecta sin más compañía que su piano. Inmerso en su rutina, grabó su ensayo para escucharlo luego. Pero de entre las melodiosas notas  se escapaba un lamento indescriptible, un sollozo agudo y estremecedor, un llorar continuo que logró aterrorizar tanto a Javier que decidió dormir lo antes posible. Por su cabeza comenzaron a pasar las más oscuras y terribles historias, demasiadas películas de miedo, se decía a sí mismo… pero nada de aquello lo consolaba. Rendido por fin, durmió. No hubo sueños; como si de un fundido en negro se tratase pasó la noche con el olor en la nariz y el miedo en los huesos. Despertó llorando súbitamente, con un calor intenso recorriendole las entrañas, sintiendose parte de algo que no entendía… se estaba abrasando vivo en pleno diciembre. Asustado como un chiquillo, se vistió y salió de aquella casa, a la que culpaba de todo lo que le venía sucediendo.
No creía en fantasmas, ni en criaturas demoniacas, pero estaba claro que algo estaba pasando y poco a poco iba a acabar con él. Se armó de valor y volvió a sentarse en su taburete, tocó de nuevo la misma obra por la que se escaparon aquellos lamentos, pero esta vez el lloro se transformó en palabras y no tuvo que volver a escuchar la cinta para sentir la voz de un pequeño y asustado niño que pedía auxilio, “me quemo”… Paró en seco su ensayo y sin aliento persiguió una vez más los pasos, de nuevo hasta la cocina. Y allí,  de pié, frente al horno de leña antiguo que adornaba la estancia, un niño casi sin piel, lloroso y desconcertado no dejaba de mirar al vacío. La visión se disipó en pocos segundos, pero lo dejó tan desconcertado que tardó más de media hora en volver a moverse. Caminó hacia el piano y tocó otra vez la misma canción. El niño desde su agonía pronunció unas palabras que Javier prefirió no oir nunca... “no lo hagas mamá, no lo hagas”.

lunes, 4 de octubre de 2010

Poemas recientes.

Dale sentido a este pequeño mundo que he creado;
rescátame del sueño,
dibuja mi sonrisa,
se mi banda sonora,
desnuda mis palabras,
redescubre mi silueta...
Ayúdame a volar sobre este mar infinito;
surca el océano a bordo de este barco sin timón.
Pon rumbo a mis sentidos y déjate llevar...



Silencio.


Una nota más y caeré...
Despacio respiro el humo de esta habitación vacía.
Demasiadas horas y yo siempre al borde de un beso.
Una nota más y caeré...
Siento el corazón en el cuello,
no puedo dejar de temblar,
siento el corazón en las manos.
Una nota más y caeré...
Recuerdos que no sé si sucedieron;
imágenes de sonrisas perfectas,
de tinieblas cálidas,
de interminables noches perdidas entre miradas sostenidas.
Una nota más y me deslizaré por la madriguera,
una nota más y volveré a ser tu Alicia...
No digas nada, manten este silencio...
una nota más...

Cuando escribo.

Me aterra un papel en blanco como poco en esta vida. Pero una vez el lápiz toca el folio, la mano comienza su vals y no para hasta el último compás. El alma se separa del cuerpo y viajo hacia donde no existen los límites. El corazón se realentiza o se acelera con cada palabra y me fundo con cada personaje de tal manera que acabo viviendo sus vidas, sintiendo sus caricias, sufriendo con su pérdida.
 Mientras escribo no existo, no hay ruido, no hay casa, ni ciudad, ni hambre, ni sueño. Mientras escribo soy yo y a la vez soy todo el mundo. Mientras escribo rio, lloro, me enamoro y muero, todo a golpe de papel...
 Nunca he sentido una pasión tal por nada, ni por nadie. A veces me alejo de mis letras para mirar con perspectiva lo que hago y al poco mi cabeza vaga sola por historias que nunca he leido, y es cuando sé que debo volver a escribir; es como si un sobrante de mí, debiera ser plasmado en algún sitio. Lo amo y lo odio a partes iguales, por que consume mi tiempo, me deja sin muñeca y sin vista, pero me hace sentir viva, realmente viva...