jueves, 10 de febrero de 2011

DE VIAJE...

                                     ... MORELLA

El tiempo se paralizó. Ante mí se alzó majestuoso el paisaje de un pueblo milenario, coronado  por un castillo cuya historia se había escrito bajo sangre y dedicación. Dedicación de una población a un lugar remoto situado en la comarca de El’s Ports, Castellón.  Diferente por sí sola, puesto que sus valles y colinas no albergaban lo esperable en la Comunidad Valenciana y cuya gente recogía un carácter único forjado, supongo, durante siglos de aislamiento, nieve y visitantes de tierras extrañas. 
Y allí estábamos nosotros, foráneos entre los foráneos, dos canarios perdidos entre edificaciones del siglo XIV y nieve. Para mí, mi primera experiencia en este medio. 
Por delante, cuatro días de tranquilidad, buena comida y belleza infinita, totalmente diferente a cualquier paisaje que haya visitado con anterioridad. 

   ...El pueblo 

Se alza sobre una colina a casi 1000 metros de altitud. De temperaturas agradables en Verano e Inviernos muy fríos, dándose, incluso, nevadas abundantes. Rodeado completamente por una muralla del siglo XIII- XIV, su extensión se limita al perímetro de ésta. 
Entre lo más interesante, la catedral del siglo XIV, con el primer coro situado en lo alto, que se registra en el gótico, y que alberga un museo del maestrazgo.
 Las diferentes puertas conservadas de la muralla. A extramuros de una de estas imperturbables entradas a la ciudad,  que se sitúa al norte, llamada “La Nevera”; en donde, además de un frío más que notable; se encontraba una pequeña cabaña cuyo cometido era  el de almacenamiento de nieve que se utilizaba para usos médicos en época medieval.
  Un museo arqueológico, con datos muy curiosos sobre la presencia de dinosaurios; tanto en Morella, como en la comarca, con explicaciones muy ilustrativas y restos más que impresionantes.
  Un antiguo convento franciscano, hoy en proceso de restauración, del siglo XIV, por el que se accedía al impresionante castillo; situado en lo alto de una montaña, a 1072 metros de altitud, que destacaba altivo por encima de la aldea, como si supiera que gracias a su edificación el pueblo continuaba vivo hoy en día.  Sus piedras contaban historias desde tiempos musulmanes, a los que perteneció, aunque no sin antes haber pasado por manos romanas. Una vez conquistado por cristianos, pasó de mano en mano, sufriendo modificacíones en su muralla exterior, puerta principal y casa del gobernador (todas ellas datan del siglo XVIII). 
Los caminos que llevaban hasta lo alto, la piedra antigua con la que se forma la muralla, la nieve, el silencio descorchado por el silbante viento del norte, las habitaciones, cuevas, cañones… todo, hicieron del camino, sin duda, un sorprendente descubrimiento que dejó a mis conocimientos de historia a la altura de las pocas viñas de la comarca. 
Visitamos, bares, tiendas, compramos recuerdos, hablamos con la gente del lugar y disfrutamos de algo tan diferente a lo que nos tiene acostumbrados nuestra tierra canaria. Recorrimos las calles, que algún día fueron un bullicioso gentío que iba y venía de misa. Personas que lucharon tras las murallas, que rezaron en la judería por sobrevivir otro día. Gente que sonrió y murió. Así durante siglos y siglos. No puedo evitar mirar a mi alrededor y pensar en todo lo que ha sucedido desde entonces, en cómo pudieron levantar semejantes edificaciones en la época. No puedo saciar mi curiosidad… hasta que el paisaje me deja atónita de nuevo y vuelvo a sonreír junto a mi compañero de aventuras.

Y llegó el final del viaje, y aquí estoy en un autobús que lleva mi cuerpo cansado hasta mi casa. Escribo y escribo, y me doy cuenta de cuantas cosas me perdí, de tantas otras que aprendí y de muchísimas otras que quiero saber. Viajar es una aventura increíble, ya sea para visitar una gran ciudad o un pequeño pueblo rebosante de historia. Es cierto eso que dicen, cuando vuelves eres otra persona, con la misma piel, con las mismas maletas, pero con otra perspectiva, con más cuentos que contar, a aquellos que se dejen encantar, con palabras que susurran  alabanzas a esos lugares lejanos, que nos enamoran de vez en cuando. 

1 comentario:

  1. ¡Ay! ¡Viajar! eso es lo que le está faltando este 2011 a mi espíritu... suerte que a pesar de que la envidia me corroe, no han quitado Callejeros Viajeros para poner una tertulia sobre Gran Hermano...

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